sábado, 30 de mayo de 2015

Evangelio Domingo 31 de Mayo 2015 - Para profundizar

Santísima Trinidad – Ciclo B



“En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado".
Poco antes Mateo narra que cuando Jesús se apareció a las dos Marías les encargó que los discípulos se fueran a Galilea (Mt. 28, 7-10). Es Lucas el que dice que se fueron a lo alto del Monte de los Olivos y
esa tradición cobró tanta fuerza que en el s. IV se construyó un santuario en el lugar desde el que se creía que había ascendido Jesús. También Lucas nos dice que Jesús ascendió al cielo cuarenta días después de resucitar. El numero cuarenta es un símbolo que marca el comienzo y el final de la vida de Jesús.
Su vida comienza con la experiencia de su Padre en el Jordán y tras cuarenta días en el desierto empieza su ministerio. Ahora, después de la honda experiencia de la muerte y resurrección pasa cuarenta días entre sus discípulos antes de manifestarse como Hijo de Dios con todo su poder. El símbolo de la nube que le cubre expresa que ya no podían acceder a Él a través de los sentidos sino a través de la fe.
En Galilea, zona marginal y proscrita, comenzó Jesús su misión en la tierra; en Galilea reciben los discípulos la misión de evangelizar, como Él y en su nombre.
Evidentemente el envío misionero no se dirigió a once varones, dejando al resto de hombres y mujeres, discípulos, al margen. Mateo subrayó el grupo de los doce como símbolo de las doce tribus de Israel, ahora nos muestra que Judas quedó fuera del envío misionero por la traición y el suicidio (Mt. 27, 1-10) 
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos habían dudado hasta entonces.
El texto refleja dos actitudes:
  1. Postrarse, significa reconocer a Jesús Resucitado, Hijo de Dios, y adorarle. Es el modo de presentar a la comunidad cristiana la actitud creyente.
  2. Vacilar, dudar, temblar, tener miedo, etc. Eran actitudes que estuvieron presentes entre los apóstoles y discípulos, en las primeras comunidades y siguen presentes actualmente.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra.
Jesús demostró reiteradas veces que no quería tener el poder al estilo de los poderosos de su tiempo. La expresión “en los cielos y en la tierra”, significa la totalidad. Para los judíos no existía nada fuera de esto. Recibir este poder era símbolo de divinidad, como insiste el libro de Daniel. Jesús está manifestando su divinidad sobre todo el universo.
Id y haced discípulos de todos los pueblos
Hay un cambio de perspectiva, anteriormente había enviado a sus discípulos de dos en dos por Israel, pero muchos judíos habían rechazado la Buena Noticia. Ahora la misión es universal.
El evangelio de Mateo va desvelando, poco a poco, cual es esta misión de Jesús y al llegar al final del evangelio se desvela que Él ha venido a hacer discípulos a todos los pueblos y hacer participes de esta misión a los hombres y mujeres que le siguen.
Es como si Jesús no recordara el miedo y la cobardía de muchos personajes que aparecen en el evangelio, sino que ofrece la misión a todos y a todas y, a pesar de las pobrezas humanas, la podrán llevar a cabo con la fuerza del Espíritu. Por eso este envío está unido a Pentecostés.
Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
El bautismo era el paso imprescindible para entrar a formar parte de la comunidad cristiana. Mateo pone en boca de Jesús la fórmula bautismal que se generalizó en la Iglesia primitiva.
 Y enseñándoles a guardar todo lo que os he enseñado.
Guardar para nosotros tiene connotación de “meter en algún sitio” para que esté seguro, aunque no se vuelva a tocar en mucho tiempo. En el texto guardar es equivalente a tener cuidado, estar alerta. Nos invita a cuidar atentamente las enseñanzas de Jesús por nosotros y por nuestra misión evangelizadora.
Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Solo con esta presencia y con esta seguridad era posible vivir la misión en medio de las persecuciones que tenían las primeras comunidades por parte de los judíos y los romanos. Jesús había salido del Padre y volvió a Él; la fe les decía que no había salido del sepulcro para seguir vagando por la tierra, por eso las celebraciones de la Ascensión y Pentecostés están entrelazadas en su significado más profundo. El Espíritu nos ayuda a descubrir la presencia de Jesús en cada uno de nosotros, en la comunidad cristiana, en la Iglesia y en el mundo, como fuerza y dinamismo que nos impulsan hacia la unidad y el bien.

Marifé Ramos (Juglares del Evangelio)

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