sábado, 3 de enero de 2015

Evangelio Domingo 4 Enero - Para profundizar

Dibujo: Fano

Lectura 
El prólogo de Juan es un antiguo himno que servía a los primeros cristianos para confesar su fe en Jesús. Su tono poético y su fondo teológico me pueden ayudar a descubrir la grandeza de los designios de Dios que se revela en el niño de Belén. Me aproximo al texto con una mirada creyente y una actitud orante.


Meditación

Este himno del cuarto evangelio se podía leer como una “Historia de la Palabra de Dios”. Se habla aquí de

todo lo que ha hecho Dios, desde la creación del mundo, para comunicarse con los seres humanos y de cómo estos han respondido a esa invitación. La Biblia recoge una sucesión de encuentros y desencuentros entre Dios y las personas. La Palabra ofrece Vida y Luz, pero su oferta ha sido muchas veces rechazada por quienes deberían haberla acogido. Esta cerrazón podría haber llevado la Historia de la Salvación hacia un callejón sin salida, pero a Dios le queda por jugar una última baza: enviar a su único Hijo hecho carne humana. Al final del himno, la Palabra recibe un nombre propio: Jesucristo. Y además se revela su identidad más profunda subrayando su origen divino y aclarando el alcance de su misión. él es el único que puede hablarnos del Padre porque sólo él lo ha visto cara a cara. él puede traducir el lenguaje de Dios a nuestro lenguaje y hacernos comprender su Palabra con nuestras palabras. Por último, también se insiste mucho en los diferentes tipos de respuestas con los que esa propuesta de gracia y de verdad puede encontrarse: acogida, indiferencia, rechazo. Juan el Bautista se presenta como modelo de acogida, personificando así al discípulo cristiano que al recibir la Palabra se transforma en hijo de Dios. Gracias a este hermoso himno puedo entender con una nueva profundidad las narraciones evangélicas que se proclamaron el día de Navidad. Nunca estuvo Dios tan cerca de los seres humanos. 
Oración 

Navidad es un misterio que, más que ser entendido con la razón, pide ser contemplado con el corazón. Por ello vuelvo de nuevo a leer el texto y me detengo en las afirmaciones que más me sorprenden y desde ahí dialogo con el Señor.
Contemplación 

El prólogo del cuarto evangelio es un texto fundamental para la teología cristiana que siempre tiene como objetivo la contemplación del misterio de Dios en la vida del hombre. Sintiéndome pequeño y pobre como los pastores de Belén, contemplo el misterio de la Palabra hecha carne para mi bien.
Compromiso 

¿Qué me sugiere el ejemplo de la Palabra encarnada a la hora de entender y concretar mi compromiso cristiano? ¿Cómo me ayuda a entender este pasaje el misterio de Navidad que estamos celebrando?

Antonio Collado, vicario de la Promoción de la Fe y párroco de San Juan Bautista de Málaga .

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